Déjame tu sonrisa tatuada en la mirada
cazadora de visiones con los ojos al fuego
tras de ti voy quemando, dispuesto, cada puente
y borrando tu rastro por los surcos del Tiempo.
Déjame tus palabras como puños ardientes
para izar en tu voz, con valor, mi bandera,
el fusil de tus ojos es del alma, mi honda,
que derrota a gigantes y hace nada las guerras.
Son pequeños tus pies, pero inmensos en camino,
y tus pasos traducen en código a mi pecho,
porque trazan la ruta cierta de mi destino
y son brújula y norte, amor, de mi trinchera.
ESTEBAN DIEGO FERNÁNDEZ
DEL POEMARIO: «EL DOBLAR DE LO INEFABLE» (2024)