Un volumen rojo con centro excitado, pistilos erectos, sensuales, expectantes de polen… una flor. Un sonido cambiante, armónico y puro; un canto de vida, viril y delicado, intenso e ingenuo… un ruiseñor.
Un panal… oscuro y frío, matemático, ordenado.
La abeja X38 en su interior, lamiendo las celdas, cuidando de su limpieza, obsesiva, metódica en sus movimientos, determinada y estructurada… encarcelada.
Un sol, un lago, una flor y un ruiseñor… afuera. El orden, la rigidez, la estructura y el acuerdo… adentro.
Cierto día algo pasó en el panal, un pan de cera se desprendió de su amarre y al caer agrietó una de las paredes.
La abeja X38, angustiada y llena de pánico, corrió al lugar de la catástrofe. Estaba entrando luz por la grieta, un hilillo deslumbrante y cálido, y además aire fresco con vapor de montaña. La abeja X38 no lo podía soportar: —¡nada existe fuera del panal! —Esas eran las enseñanzas— ¡nadie es, fuera de la geometría y la estructura perfecta de las celdas! —Tal era la orden.
La X38 arregló la grieta, colocó la cera en el lugar que le correspondía y se fue a descansar.
No quería recordar… un hilillo de oro, cálido, y un olor de frescura de montaña… pero la visión volvía y volvía y un pensamiento muy débil y tímido empezó a ser escuchado:
«Hay cosas que no conoces, no todo es la estructura… existe algo afuera.»
«Muy bien, te felicitarán por el arreglo, puedes sentirte orgullosa.»
La abeja se sentía desconcertada: antes, el pensamiento le hubiera dado una máxima seguridad, pero ahora no podía sentirse completamente feliz; dijo para sí:
—Esta sensación es absurda, una abeja no debe pensar, sólo debe hacer bien su trabajo.
Ya más tranquila, se fue a limpiar, ordenar y construir celdas, las abejas a su lado hacían lo mismo, luego todo estaba bien, fijo y seguro.
Tres días después, un sonido traspasó las paredes herméticas del panal, era un canto armonioso y dulce; las obreras se miraron… era necesario engrosar las paredes para que ningún sonido les hiciera interrumpir su trabajo. La abeja X38 sintió un deseo intenso de seguir escuchando pero, puesto que todas sus compañeras opinaban que era importante engrosar las paredes, fue a ayudarlas. Extraño sentimiento; la X38 no engrosaba las paredes como sus compañeras, se veía a sí misma haciéndolo:
«Una abeja no puede pensar por sí misma y menos aún verse a sí misma.»
Algo extraño estaba pasando; había luz y calor y olor y canto.
La mañana siguiente se inició la búsqueda; la abeja X38 había desaparecido. No hubiera habido problema alguno si la desaparición hubiera sido resultado de un accidente. Si la X38 hubiese sido muerta o raptada, nadie se preocuparía; pero la desaparición no había sido accidental.
¡La X38 había sido sorprendida saliendo por sus propias alas del panal!
Jamás se había visto tal afrenta y tal traición. Era necesario encontrarla para que se convenciera de que el panal era lo único que existía, que todo lo demás era una fantasía y un peligro.
La abeja X38 estaba admirando el lago; jamás habíase sentido tan feliz, sintió la frescura del agua, olió la delicia de la flor y cantó con el ruiseñor. No hubo tiempo para más…
Sobre el autor: Jacobo Grinberg Zylberbaum (México, 1946)
Interesante fábula nos ofreces. Un abrazo y mi gratitud.