Somos los dioses secretos. Borrachos de agua de maíz quemado y ojos polvorientos, somos sin embargo los dioses secretos. Nadie puede tocarnos dos veces con la misma mano. Nadie podría descubrir nuestra huella en dos renacimientos o en dos muertes próximas. Nadie podría decir cuál es el humo de copal que ha sido nuestro. Por eso somos los dioses secretos. El tiempo tiene pelos de azafrán, cara de anís, ritmo de semilla colmada. Y sólo para reírnos lo habitamos. Por eso somos los dioses secretos. Todopoderosos en la morada de los todopoderosos, dueños de la travesura mortal y de un pedazo de la noche. ¿Quién nos midió que no enmudeciera para siempre? ¿Quién pronunció en pregunta por nosotros sin extraviar la luz de la pupila? Nosotros señalamos el lugar de las tumbas, mantenemos el horizonte en su lugar, desechando sus ímpetus mensuales. Somos los dioses secretos, los de la holganza furiosa. Y sólo los círculos de cal nos detienen. Y la burla.
Sobre el autor:
Roque Dalton nació el 14 de Mayo de 1935 en San Salvador. En más de una ocasión obtuvo el Premio Centroamericano de Poesía, otorgado por la Universidad de El Salvador. En 1962, su poemario El turno del ofendido fue mención en el Premio Casa de las Américas. En el mismo certamen Taberna y otros lugares mereció en 1969 el Premio de Poesía. Murió asesinado el 10 de Mayo de 1975. Su novela Pobrecito poeta que era yo apareció publicada póstumamente en 1976.