De haber podido mantenerte,
de haber podido,
el vino no sería
hábito de muerte llevadera…
ni sería la ausencia
materia del caos
en conflicto
con la noche que sueña.
La ciudad hoy bosteza,
nadie reconoce su aullido
ni su salto de insomnio.
Los fantasmas son míos,
y el silencio… los despierta.
Helen Juliet Daisaku
Del poemario: «Minuet en la soledad»