“Objeto de nuevas atenciones, se dispensaban mimos, sonrisas, intentos de palabras nuevas, algunas, con sentido solo para ellos. Palpaban sus carnes frescas de latidos; y luego, como asaltados por la duda de que lo sucedido fuera un sueño, comenzaban a esconderse, sólo para volver a buscarse en la certeza del hallazgo y sentir la agitación
“Ciertamente, visto desde afuera, enfundado en sus ropas de hombre, cualquiera podría confundirlo con un simple mortal que calza zapatos salpicados de barro. Pero Él era un golpazo al deslustro de los días, una dentellada al germen solitario y hostil de la insatisfacción, una bocanada radiante con que absorber el mundo”. Martha Jacqueline Iglesias Herrera