He pensado en la muerte;
de un modo más preciso, en
morir —un verbo minucioso,
apegado siempre
a lo real de la experiencia.
Cuando regresaba tarde a casa,
por las calles vacías,
he pensado mi muerte.
Fue ayer, digamos
ya casi un hoy sin sombras;
pero aún ahora
estrujo contra el rostro una mano crispada.
De nada valen los actos
durante tanto tiempo dedicados a servir.
De nada valió amar con toda el alma.
Sin una mano en el traspié, sin una mirada
o una sencilla palabra de ánimo:
destruido estoy y solo,
con mi verdad a cuestas.
Y nada pueden hacer las multitudes
a las que tantas veces puse en marcha.
Y nada puede la mujer que quise entera.
Vacía está la vida en la pobre ciudad vacía.
Con la mano crispada en el rostro he pensado en morir,
apenas ayer, hace un rato simplemente, digamos
ahora.
Alberto EDEL MORALES Fuentes