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Bienvenidos a mi mundo...

Siempre he de volver (poema)…

 

«A ti te hiere aquel que quiso hacerme daño

y el golpe de veneno contra mí dirigido

como una red pasa por mis trabajos

y en ti deja una mancha de óxido y desvelo.

No quiero ver, amor, en la luna florida

de tu frente cruzar el odio que me acecha.

No quiero que en tu sueño deje el rencor ajeno

olvidada su inútil corona de cuchillos».

Pablo Neruda
 
Mujer…
no me dejes pasar sin haber inscrito mi nombre
a puro fuego en cada puerta de tu vida,
ni sin que veas, disimulado entre las páginas del tiempo,
ese séquito de indicios que te dejo para después de hoy
con el que habrás de comprender la intención secreta de mis pasos,
esos pasos invisibles que nacen debajo de tus huellas para rectificarte el rumbo
y se interponen continuamente entre la oscuridad y tu caída.
¿Acaso no corrijo desde siempre tu camino de errores
con mi esfuerzo de ángel en la vereda de la eternidad?
¿Acaso alguna vez no te fui arrebatado de un fulgor del futuro
por los esbirros del revés y el infortunio?
Pero no temas.
Siempre he de volver.
Aunque me roben las reliquias que llevo en cada mano
para traspasar el umbral que lleva a tu misterio,
aunque el susurro que me anuncia se haga viento
y choque contra el muro de tu atención y se extravíe,
aunque se me quiebre el talismán con que te invoco
en la noche que avisa que no estoy y trae tus lágrimas,
aunque el manoseo de la lluvia borre el vestigio del olor de mi caricia.
¿Acaso no he cambiado el vocablo inservible en las tablas de la revelación?
¿Acaso no fui más que mortal para adorarte,
aunque eso significara lo cruel de mi destierro en otra lejanía?
No hagas caso a la gente cuando te digan que no existo,
aunque sólo tú puedas verme.
No entienden que yo estoy en tus manos,
que crezco por mí mismo,
que soy el canto impetuoso que sale de los labios de tu dicha,
que cuando me llamas por mi nombre y me convocan de lo alto
asumo la forma de tu sueño porque debo llegar hasta tu orilla
para completar el designio de una idea o borrar la sombra en tu sonrisa.
Porque broto y florezco en tu sangre cada día,
aunque nadie lo crea.
Aunque nadie perciba este mundo de siempre que ha llegado conmigo
y yo sea para todos nada más que una luz o un jirón de niebla en lo intangible,
apenas un sol breve que nació entre los muertos,
como un destello ritual de lo imposible…
pero dile a ellos que yo al menos te alumbro
esa ilusión de grabado celeste sobre el minuto intacto de una estación querida.
Mujer…
nada me impedirá cruzar los límites marcados
por Dios y por los hombres.
Eso nunca lo dudes.
No temas.
Siempre he de volver.
Esteban D. Fernández
Del Poemario: “De lo que fue dictando un sueño”.
Sobre el autor: Yo soy un sueño, un imposible… vano fantasma de niebla y luz. Soy incorpóreo, soy intangible…

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