Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Letraweb se traslada nuevamente hasta España, más específicamente hasta Elche, para realizar la primera entrevista de este 2018. Hoy tengo el placer de invitar a otra amiga muy querida, una magnífica escritora que teje con su pluma mundos de gran sensibilidad, rigor y hondura.
Me refiero a: Maribel Romero Soler.
Sobre ella podemos decir que es Licenciada en Derecho, Experta en Derecho de Autor y Propiedad Intelectual, Diplomada en Redacción y Estilo, en Formación de Lectores y en Novela Negra. Ha sido jurado del Certamen Internacional de Relato Breve “La lectora impaciente” y ha colaborado con interesantes artículos en diferentes revistas literarias. Fue la finalista del Premio Azorín de Novela en 2010, ganadora del Premio de Novela Corta López Torrijos en 2012, finalista del Premio Edebé de Literatura Juvenil en 2014, finalista del Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro en 2015, y ganadora del IV Premio de Novela Juvenil CEPA en 2017, entre otros.
Tiene obra publicada en España y en Ecuador, tanto para público adulto como de género infantil y juvenil. Algunos de sus títulos son: El perfil de los sueños (Ledoria, 2012); El peso de las horas (Premium, 2015); El último truco de magia (Edebé, 2015) o la recientemente publicada “Árboles de Ceniza”, ganadora del IV Concurso de Novela Juvenil CEPA. En la actualidad tiene otras obras en preparación.
JK: Quiero comenzar esta entrevista preguntándote acerca de tus primeros pasos en la literatura. ¿Cuál es el detonante que lleva a Maribel Romero a empezar a crear sus historias? ¿Tienes algún ritual a la hora de escribir?
Mis primeros pasos los di a temprana edad. Siempre he tenido una gran imaginación y me recuerdo muy pequeña inventando historias dentro de mi cabeza, cuando ni siquiera sabía escribirlas. Con el tiempo, a medida que comencé a leer y a descubrir la imaginación de otros, se despertó en mí el gusanillo de la escritura. Mis primeras obras datan del colegio, cuando contaba con unos 12 años. Desde entonces no he parado.
No tengo rituales para escribir, solo necesito dos estímulos: tener una buena historia que contar y ganas de comenzarla. Parece sencillo pero, la mayoría de las veces, alguno de estos dos ingredientes falla, y entonces no puede producirse la magia de la creación.
JK: Eres Licenciada en Derecho. En base a esta función has escrito de la mano de Quiasmo Editorial el libro divulgativo “Doscientas cuestiones de derecho que todo el mundo quiere saber”. ¿Ejerces actualmente esta profesión o te has volcado completamente hacia la escritura?
Durante varios años me he dedicado exclusivamente a la escritura y actividades paralelas: talleres literarios, cursos, charlas, encuentros… Sin embargo, he tenido que regresar al mundo laboral, tal y como todos lo conocemos, porque de la literatura no se vive, o viven muy pocos. No ejerzo la abogacía, pero mi trabajo actual está relacionado con mis conocimientos jurídicos.
JK: En el año 2012 tuve la grata sorpresa de recibir en casa un estupendo regalo: “Los meses cuentan”, libro de relatos de tu autoría. En aquella ocasión te dije que era una maravillosa travesía a través del tiempo, donde cada mes representa la piedra angular de las historias que acontecen. Háblanos de su gestación. ¿Tienen esas historias algún paralelo con la realidad o son pura imaginación?
Recuerdo muy bien tus magníficos comentarios y te estoy muy agradecida por tan buena opinión sobre la obra. Todas las historias tienen algo de realidad, aunque al final lo que más predomine sea la ficción. Siempre hay un porqué para crear un relato, y normalmente sale del día a día, de las vivencias propias o ajenas, de los recuerdos… “Los meses cuentan” no es una excepción, cada texto esconde un poco de realidad, aunque también mucho de imaginación.
JK: Háblanos de tu experiencia como jurado en concursos literarios. ¿Qué es lo que más agradeces de este desempeño y qué es lo que menos valoras?
He sido jurado de varios concursos y todavía lo soy de un certamen anual de cuentos y poemas infantiles. Es una labor ardua que me lleva a disfrutar y a sufrir a partes iguales. Valoro la ilusión con la que cada participante crea y envía su obra, leo los textos con respeto al trabajo hecho, independientemente de la calidad de lo presentado, que en muchas ocasiones es alta. Disfruto leyendo, pero el momento de tomar decisiones, de descartar, de decir este pasa y este no, es muy duro. Intento ser lo más justa posible, lo que no quiere decir que mi criterio sea el más acertado. Cada vez me siento menos cómoda en el papel de jurado.
JK: Mentes vacías es una novela con tintes de ciencia-ficción. Se habla de la “operación de la felicidad” que consiste en un borrado de la memoria humana. ¿Qué valores humanos tratas de concientizar en el público lector? ¿Cómo nace el germen de esta obra que es una mezcla de intriga, suspense y algunas notas de humor?
“Mentes vacías” fue mi primera novela escrita y tiene todos los defectos y todo el arrojo de las primeras obras. La autopubliqué en Amazon, solo en formato e-book, y lo cierto es que tuvo mucho éxito, sin embargo, a mí no me satisfacía plenamente y acabé retirándola de la plataforma.
Como bien dices, la “operación de la felicidad” consiste en un borrado de la memoria humana. “Sin recuerdos no hay dolor”, es el lema; y surgió a raíz de algunas noticias que comenzaron a difundirse en prensa o televisión sobre personas mayores que aparecían muertas en sus domicilios. Habían muerto solas, porque en la mayoría de los casos llevaban años sin recibir la visita de un familiar. Este fue el detonante: la deshumanización, el abandono, el olvido, la soledad. Con esta falta de valores tejí la historia, sin pretender dar lecciones, ni mucho menos, pero intentando invitar a la reflexión.
En cuanto al humor, es un ingrediente muy presente en mis obras, y rebajar las tensiones de temas tan profundos con unas risas siempre viene bien. Creo que en ese sentido me quedó una novela bastante equilibrada.
JK: ¿Qué es lo que más te cautiva cuando escribes para el público infantil?
Imaginar a los futuros lectores disfrutando tanto con mis creaciones como disfrutaba yo a su edad, y saber que escribo para un público selecto y exigente. Me gusta mucho escribir para niños y jóvenes.
JK: Se dice que el objeto de una obra es dar a ver, mostrar al mundo, mostrar esto que nos disimulamos todos los días, esto que la simpleza de nuestra vida no nos deja observar. Dar a ver el contexto fundamental del hombre, esto que se nos escapa por fragilidad, por incapacidad, por las presiones de la vida, que se nos escapa porque no somos capaces de proveer suficientemente a esa exigencia de lo absoluto. ¿Qué opinión te merece tal reflexión?
Soy de la opinión de que hoy en día no hay tanta filosofía en torno a la creación de una obra. Cada vez más se escribe, y se compran libros, por diversión, por puro entretenimiento. Me da la impresión de que la literatura profunda, la que te enseñaba algo de la vida y te hacía pensar, se quedó en los clásicos. Evidentemente no se puede generalizar, pero la mayoría de obras que se publican no persiguen mostrar nada, solo persiguen, a ser posible, convertirse en best sellers y vender millones de ejemplares. Se ha mercantilizado mucho la literatura y ha perdido el halo de fascinación que generaba antaño.
JK: La expresión no es solamente la palabra: es un gesto, un acto, una ausencia. ¿Qué tuvieras que decir al respecto?
Que es cierto. Lo que dices es muy poético. Quizá lo complicado sea saber interpretar ese gesto, ese acto, esa ausencia… Tal vez con la palabra lo tengamos más fácil.
JK: De todos tus libros, ¿cuál es tu preferido y por qué?
De verdad que no sabría decirte. Todos tienen su importancia. Hay libros por los que yo no apostaba mucho y gustaron bastante a sus lectores, sin embargo, otros que a mí me apasionan gustan menos. Te voy a decir un título, “El último truco de magia”, y no porque considere que sea mi mejor libro, sino porque fue reconocido como finalista del Premio Edebé de Literatura Juvenil, un certamen de bastante prestigio en este país, y a día de hoy ha alcanzado su 5ª edición. Quizás estos datos lo conviertan en un libro un poco más importante que los demás.
JK: Si en unas pocas palabras precisaras darle un mensaje al mundo. ¿Qué le dirías?
¿Realmente lo estamos haciendo bien?
JK: Si tuvieras que definir un sueño. ¿Qué nombre le pondrías?
La magia de volar sin despegar los pies del suelo.
Muchas gracias por la entrevista, querida amiga. Ha sido un placer.
Gracias a ti Mari por compartir con nosotros tus experiencias. Pueden visitar su blog:Ocurrió en febrero