Una mujer espera la muerte de rodillas. Déjala que camine sobre el fuego, que se sacuda la intemperie con tu abrazo que te ordene las sombras en las esquinas y ostente la cadencia de su talle. No la detengas. Una mujer viene despacio por los aires. Déjala que se quite la bronca y los ropajes
Este sentir la noche en el dolor, devastado está mi cielo con tu ausencia, no sé cómo escapar de esta pasión que me enloquece, amor, y que me ciega. Ha de quedar algo de mí entre tus manos, algo terrible o bello, algo sagrado: una bailarina danzándole a la luna, alguna caricia que se te
Salí de tu costilla.Tus manos moldearon el barro de mi cuerpo y me llené de gozo.Dijiste en nombre de algún Dios: “Hágase mi sueño” y fui tu sueño. (Mi salvajismo fue cubierto con una hoja de parra, tan tierna en su niñezque me dolía por el cuerpo. Despertaron mis ojos sin malicia a tu carne