A DELMIRA AGUSTINI «Yo muero extrañamente…No me mata la vida, no me mata la muerte, no me mata el amor. Muero de un pensamiento mudo como una herida»…(D. A) La Nena, un estallido.Mujer, enigma, certeza…¿Qué mala estrella se aposentó en tu frenteataviando de riguroso luto tu destino?Delmira, descansa en paz.Salva ese sueño demasiado para la
Si el barco de la vida en que vas, hace agua,y ahogan los problemas el aire que respiras… si el camino que sigues se te cierra,y tus pasos vacilan bajo el peso del Tiempo,prestos a detenerse y darse por vencidos… si la puerta que soñaste con encontrar abiertatiene mil trancas puestas y no hallas la
Tengo un pecado maduro, casi fiero,desnudándome el cuerpo… mi guerrero,con un vicio de fuego milenario. Tengo tu boca mordiéndome la carne,rozándome -de sur a norte- la locura,tengo un gusto en la piel que sabe a amarte,que se quedó prendido en mi cintura. Tengo tu nombre clavado en la gargantay un beso que de lejos me
Por estos momentos que estamos viviendomis mejores años -sin pensar- te entrego,si algún día me faltas, no temo perderlos,pues estar a tu lado es lo que deseo. Pasarás por mi vida como un sueño imposibleque inesperadamente un día se volvió realidad,pasarás sin saber que sin querer te quisemás de lo que alguna vez pude imaginar.
Yo te saqué un boleto a mi locurafirmado con el nombre de un deseo,y pensando en ti me desconciertoy se me hace lección fácil la ternura. Martha Jacqueline Iglesias HerreraDEL POEMARIO: «DESNUDA COMO EVA» (2020) POEMA ILUSTRADO CON LA OBRA DE LA PINTORA POLACA: LIDIA WYLANGOWSKA.
Llevo a febrero metido en los bolsilloscon billetes de besos y de aromas,algún que otro gesto de caricia…y un «te amo» salido de tu boca. Llevo este verso hilado con tu nombreen un desenfrenado acto de locura…y el corazón, celeste como un ángel,en la noble misión de la ternura. Martha Jacqueline Iglesias HerreraDEL POEMARIO: «DESNUDA
A mi bisabuela Anastasia Petrovna. —Mírame solo cuando dejes de verme —murmuró el Maestro al tiempo que se incorporaba y, desde su estatura, con los brazos cruzados, observaba los ojos de la niña parada en la orilla del río. —Tupayachi, ¿es usted el Maestro Tupayachi? —preguntó Anastasia Petrovna desde las arenas en sombras. —Yo seré
Llegado el momento, con el rostro enrojecido por el esfuerzo, el brujo acomodó el cuerpo de la mujer sobre los caparazones rugosos de los shirúi. Cuesta abajo, hacia la encrucijada del Pazco, cerca del Campo de los Muertos, las noticias iban y venían. Sonajeando con una güira seca, Pelé comenzó a moverse en círculos alrededor
Ya no muero de muerte, ya no muero. Muero de un poco yo,de un poco tú, y tanto fuego…de mis palabras sucias de amor en el deseo,de este recato de monja que apenas me perdurade abrazar esa noche cuando dices «mi luna»y de mirar pasar la vida que nos queda. Muero de todo eso que
(«Las coronas de los reyesdescansan sobre los féretros de los trabajadores».José Martí) Desde los ojos estamos siempre actuando,de nuestras pieles salen hilos por doquier…de nuestra risa: el llanto. Nuestros pasos van marcados por manos misteriosasy voces que nos guían, sin tregua, a toda hora.¡Ay! Qué pena ver los pies sin un camino propio,luchando por los