Amor… soy hombre de camino. Cuando la noche abre su mirada me vuelvo tuyo, enamorado, loco… me hago pedido de tu alma y toco tu cuerpo de mujer. Cuando late el corazón, amargo, pruebo tu beso mientras me enamora cada resquicio que tiene tu boca que me sabe a miel, y con
Empujado por los designios de la tierra como una ola en el mar hacia ti va mi cuerpo. Y tú, en tu carne, encierras las pupilas sedientas con que miraré cuando estos ojos que tengo se me llenen de tierra. LA BANDERA Levántate conmigo. Nadie quisiera como yo quedarse sobre la almohada en
Era ella esposa de la distancia y los sustentos. Era una ausencia cómplice en el umbral de los días. Cautiva de sus miedos de lirios y margaritas blancas sembró las pulsaciones quebradas de sus lunas. Era él la savia intraducible de la costumbre. Traía un sueño sin nombre a cuestas un velero escorado
Virgilio nuestro de cada verso, testifica los nervios y la sangre, los tercos sudores de las almas sepultadas bajo los alaridos de la miseria. Luego palpa estos huesos azorados; di si son ciertos, si una fuga, si dos espejos valdrían el desabrigo de una muerte. Testifica esa grave penitencia de la voz para que las
Puede que la felicidad se esconda entre las hendijas de esta hora pulcra insobornable que enjuaga las lágrimas de mi esqueleto. Han revivido dentro de mí todos los relojes y hoy me sobra tiempo para escarbar las sombras del recuerdo. Hablo del reino de la noche -oh noche, descosida luz que desnuda sus
Entonces la soñé desnuda. Era fuego su piel y ardía entre mis manos como un delirio (luego supe dónde escondía los colores de la risa, dónde su mirada escarba y se detiene). Y le anduve los gestos, la voz, aquella anchura tallada en sus caderas… Y en una esquina del vientre le descubrí
Yo asisto cada día a la alianza que fraguan mis labios en el altar de tu sonrisa. Yo develo lo oculto del espejo calzándome la huella de tu vuelo en el viento, ese vuelo impulsado por el soplo de mi aliento en las calles de esta vida. Tu caricia en el brasero de mi
La excelente escritora española Maribel Romero Soler gana el segundo premio del certamen Esperanza Spínola con un bellísimo poema dedicado a su madre: «El vacío que dejas». EL VACÍO QUE DEJAS El vacío que dejas no lo llena la lluvia ni todas las primaveras que faltan por venir. Es un brazo partido, un ojo
Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino,alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogíasque tendieron un puente desde tu desamparo hasta mi exilioy cerraron de golpe las bocas del azar.Cambiaremos panteras de diamante por abuelas de trébol,dioses egipcios por profetas ciegos, garra tenaz por mano sin descuido,hasta encontrar las
«A ti te hiere aquel que quiso hacerme daño y el golpe de veneno contra mí dirigido como una red pasa por mis trabajos y en ti deja una mancha de óxido y desvelo. No quiero ver, amor, en la luna florida de tu frente cruzar el odio que me acecha. No quiero que