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Bienvenidos a mi mundo...

Tú no sabes quién soy (poema)

Tú no sabes quién soy…
y, sin embargo, hay tanto de ti misma que me nombra
cuando me renuevo en un perfume,
en la pluma de algún pájaro debajo de tus sábanas,
en el candil que proyecta mi sombra contra el muro,
en un rumor de pasos…
Tú no entiendes mis modos de partir ni de llegar…
no puedes comprender que desde mi frontera también eres incógnita,
materia imposible y rebelde a los caprichos de la luz,
pero siempre llenas mis ojos con tu fuego hasta hacerlos temblar en una lágrima.
Desde este lado también eres aquello que se invoca,
idioma intraducible de los límites, fractura y humo del sueño que se llama,
mientras caigo, desnudo, por la grieta sin términos que abre la nostalgia.
Yo soy como la estrella que te alumbra pero que ya se ha apagado,
cauce seco del río, anónimo ademán de la costumbre,
corsario al que salvaste del mezquino saldo de un naufragio.
¿Será por incorpóreo, por exiguo, por sueño, por efímero?

Pero detrás de los harapos, de los remiendos, de lo breve…
también tengo prodigios, milagros, grandezas… y son para quererte,
para saciar tu sed que asciende inextinguible,
para ofrecerte mi país
donde una brizna de hierba adquiere estatura de enramada,
donde el silencio es una trampa para enseñarte,
a solas, aquel nuevo lenguaje,
que anudo por tu cuerpo como traje de gala en la distancia.
¿Acaso no me ves en el reflejo insistente que me incluye en el vidrio
cuando te miras al espejo?
¿No percibes mi boca de guardián encantado en tu sonrisa?
¿No descubres mi mirada de cristalina miel en el dulzor infinito de tus ojos?
Yo me pregunto cómo enfrentar el mundo si me faltas…
¿Quién se atreve a cortar la rama que no ha muerto?
¿Quién niega la voz que clama, a solas, en el desierto?
¿Acaso a la noche se le interroga por su luna o, quizás, por sus estrellas?
¿Acaso al pájaro se le condena por su canto?
Al final de los tiempos…
¿quién hace la pregunta?
¿quién duda?
¿quién responde?
Tú no sabes quién soy,
pero desde aquí también eres incógnita,
aquello que se invoca en lo más cierto,
lo absurdo, 
                 lo imposible.
Desde este lado, mujer,
también eres el nombre y lo nombrado
y tienes el color de lo increíble…
Esteban D. Fernández
Del Poemario: “De lo que fue dictando un sueño”
Sobre el autor: Yo soy un sueño, un imposible… vano fantasma de niebla y luz. Soy incorpóreo, soy intangible…

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