(DE LA SAGA UNIVERSOS ALTERNATIVOS) 🇨🇺

―Eres el vivo retrato de tu tatarabuela ―dijo la Custodio luego de mirarme fijamente por unos segundos.
―¿Cómo lo sabe? ―pregunté al tiempo que me cobijaba con una manta.
―Coincidimos varias veces en Anthara y nos hicimos amigas.
―¿Cuántos años tiene usted, Suzanne?
―Suficientes como para haber visto y vivido más de lo que me gustaría.

Su respuesta era el modo fehaciente de hacerme entender que no quería hablar sobre su edad.

―Tu tatarabuela paterna te vio desde la distancia temporal de este universo. Ella acordó este destino para ti desde hace siglos. Incidió sobre la membrana de la realidad con su sitio de acople y abrió un horizonte de eventos hacia el futuro. Pudo ver que en todas las realidades alternativas… buscara donde buscara, su descendencia directa solo serían varones… hasta llegar a ti. Entonces te prometió a las fuerzas que dominan este mundo. Ella casi se desposó con el Regente de Anthara.
―¿Casi?
―Tu tatarabuela se rebeló contra las normas que habían impuesto para ella y escapó con tu tatarabuelo. Su destino era otro, era el destino de Anthara y lo pasó por alto. Cuando se dio cuenta de su error ya era demasiado tarde. Pasó a ser la amante del Regente, no la esposa que pudo ser, no la Regente de Anthara. Cuando abandonó a tu tatarabuelo siendo todavía muy joven y conoció parte del poder de esta realidad alternativa, sus sentidos se nublaron de dicha y no aceptó en su vida a más ningún hombre. Murió muy sola a ojos de la sociedad donde vivía, sociedad que ignoraba que aquella mujer tenía el poder para cruzar de un universo a otro.
―¿Cómo murió?
―Murió de desgaste energético. Lejos de hacerse fuerte, nunca pudo llegar a controlar su poder. El poder se volvió su principal enemigo. La insuficiencia de su vida cotidiana, su apatía por su mundo ordinario, alcanzó cotas significativas en su hoja de existencia y pagó por ello un alto precio, un precio energético. En los últimos meses, antes de su fallecimiento, cruzaba continuamente a Anthara para encontrarse con su amante. La abertura en su cuerpo luminoso creció de modo exponencial hasta ser irreparable, llenándose de miasmas espacio temporales que succionaron toda su vitalidad.
― Pero… ¿Y sus hijos?
―Tuvo un hijo… pero al ser varón no pudo prometerlo al «Círculo Drocorniano». Entonces vivió únicamente para encaminarlo hacia una nueva descendencia. Estaba obsesionada contigo. Pidió que te llamaran como ella: Ashanti.
―No sabía nada de lo que me ha contado… ―dije estupefacta. `

Martha Jacqueline Iglesias Herrera

«EL ENGASTADOR»
(EN PROCESO DE REESCRITURA – 2024)