—Ese hombre es Miguel Levi, uno de nuestros investigadores más jóvenes. Le creamos una identidad nueva como estudiante de matemáticas. Su función era difundir la noticia que estaba desarrollando una teoría similar a la de Homero, con el nombre en clave: 2048. Le entregamos la primera página del manual que recibimos del profesor, para que contara con una base sobre la cual apoyarse. Tal y como esperábamos, el cuarto que compartía con su compañero se incendió de forma inexplicable, y se perdieron todos sus archivos. Al poco tiempo, su salud psicológica comenzó a deteriorarse. Como puede ver, hay quienes no quieren que esa información salga a la luz.
Mi superior me pidió que luego leyera con detenimiento las páginas amarillas.
—Según los informes que iban llegando de Levi, el modus operandi era el mismo. Al principio, a los sujetos se les impedía dormir. Como usted sabe, cada ser humano cuenta con una huella cerebral específica que se ajusta a una frecuencia determinada. Por medio de la misma se puede acceder a sus pensamientos con las tecnologías adecuadas. Esta avalancha de información, dificultaba el descanso mental, produciendo agotamiento y desorientación. Aún así, el cerebro cuenta con sus propias defensas naturales, pero llega el momento que se produce un punto de ruptura. —Sagan hizo otra pausa y se ajustó los espejuelos—. El objetivo final era que recibieran tratamiento psiquiátrico, no solo para restarles credibilidad, sino para que fueran medicados. Una vez con la medicación antipsicótica, el sujeto queda dormido en sí mismo y sus defensas caen casi completamente, por lo que la tarea se hace mucho más sencilla para manipularlos y modificar sus conductas de acuerdo a sus conveniencias. Un ataque mental sostenido por tiempos prolongados, y el aislamiento propio en estas situaciones, lleva inevitablemente a los incontables casos de suicidios registrados hasta la fecha. Dadas estas circunstancias, tuvimos que hacer una operación urgente de extracción de Levi y proporcionarle una nueva identidad.
—¿En qué consiste entonces la Frecuencia del Apocalipsis? —pregunté cerrando la carpeta para examinarla después con más detenimiento.
—De lo que pudimos deducir de la información obtenida de Franklin Homero, representa una de las frecuencias pitagóricas de la nota «Do». Otra de estas frecuencias es la 1024. Analizando las microfotografías ampliadas que envió con su informe, me llamó la atención unas imágenes correspondientes al año 1024.
Martha Jacqueline Iglesias Herrera
FRAGMENTO DE «LOS LIBONOTUS EURUS-LA FRECUENCIA DEL APOCALIPSIS» DEL LIBRO DE RELATOS CÓDIGO DIE