Este sentir la noche en el dolor,
devastado está mi cielo con tu ausencia,
no sé cómo escapar de esta pasión
que me enloquece, amor,
y que me ciega.
Ha de quedar algo de mí entre tus manos,
algo terrible o bello,
algo sagrado:
una bailarina danzándole a la luna,
alguna caricia que se te hizo llanto,
un cadáver del miedo,
un suspiro,
mi cuerpo creciéndose en tu fuego
o alguna memoria de esta fiebre
que nunca se hizo olvido.
Ha de quedar algo de mí,
ya no lo dudes:
la luz de mi sonrisa intraducible,
un gesto felino en tu mirada,
un verso a punto de ser verso
en el astral corazón de la manzana,
para que comas con tus ojos los recuerdos
y no te olvides ya nunca de estas ganas.
Vacía está la casa.
Me imagino por los techos y paredes
en esta soledad desesperada.
Me trepo en algún llanto,
te insulto,
te bendigo,
me enloquezco,
pero yo te reconoceré en cuanto llegues
de tu viaje por la isla del silencio
y seguiré la luz de tus señales.
Sí, yo te veré,
has de llegar riendo,
con el aroma del río que te traiga
efusivo y viril en tu misterio,
encendido,
ardiente,
entregado.
Entonces desterraré de mis sábanas al viento
para ver juntos el despertar de la mañana.
Este sentir la noche en el dolor.
Este pensarte, amor, con tantas ganas.
MARTHA JACQUELINE IGLESIAS HERRERA
DEL LIBRO DE POEMAS: «DESEARTE EN ABRIL» (2018)