Poema

A veces me ocurre y, de repente, cuando decae la tarde y las ausencias regresan a mi estancia con más furia, te agarro de la mano y te conduzco, en oníricos periplos, por caminos agrestes. Y nos trazamos metas de las que aún el final no se halle escrito. Siempre nos quedarán pequeñas cimas (íntimos

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