Saldré a los brillos, los de la luna en el ripio, los del rocío en el pasto,
la noche larga que amaina su calamidad queriendo,
saldré como quien no tuvo el contrapunto del miedo para quedarse esperando,
como un racimo de historias besando los algarrobos,
saldré cantando, queriendo,
siguiendo tu aroma fresco entre perfumes sin rostro,
callando el hambre…
…contemplo la ceremoniosa paz de otra madrugada arisca con el pecho,
me llama el grito en su madriguera… late, quiebra, late…
quiero apenas remediar la usura de mis manos que se aferran al deseo y llaman,
como el corazón que llama, late, quiebra, rumbea al sur de mis venas, pide, late…
nunca, nunca desmenucé estas palabras para el tiempo,
siempre las esperancé mirando el río, mordiendo un durazno, creyendo,
y por creerte mi tierra te llamé mi rama, y por rama tuve un trazo de tu pelo en la ramada,
y por secreto tu vientre, por vida y muerte, tu vientre y esa purísima rama de tu pelo
para hacer nido…
otros versos hablarán de mis cortezas,
éstos hunden mis raíces en tu historia como pidiendo recuerdos del futuro,
sin permiso para hundirme…
un pueblo extraño me mira como idiota al mendigar la inocencia de estos sueños,
nunca, nunca tuve tanta vida como en este único instante de escribirte,
siempre me sentí tan pobre ante la desmesura bruta del instinto
que no conoce gobierno ni anda pidiendo razones a la muerte… acá te supe,
acá te intento,
(y cuando digo acá me duele el pecho)
acá bendigo al jazmín que me desnuda tu amor
y escupo al cielo acá mismo, porque acá existo, soy este sueño…
ni mil dioses, ni mis queridos demonios me sostienen la palabra,
es mi cuerpo que se agarra de la fibra del misterio para hablarte,
es… es amarte…
la rebelión, cosa seria, mula fiera que me arrastra,
tira del cuero y me pide más ruda que un par de bueyes,
una sonrisa me basta,
una caricia me lleva…
es un desgarro divino, un dulzor que no se amarga en la hierba y masca savia…
de nuevo te veo pasar por mi piel como un arado…
…no sólo tierra es la llaga…
Pintura de Omar Ortiz