(Porque donde no tiene voz un hombre, allí mi voz. – Pablo Neruda)
Compañera…
amo la parte de mí que tú habitas
sosteniendo mi canto con tu voz.
Quiero vivir amando la hermosura
que me florece interminable
en las profundas líneas de tus manos.
Paloma mía…
mi mundo está hambriento de tu risa
y tus ojos verdes son lo único que tengo
para barrer lo oscuro de esta prisa.
Aún te veo venir en la distancia
con el fusil al hombro
reteniendo en tu sangre
la parte de guerra que me toca.
(Mi herencia será tuya…
yo la pondré a tus pies para que tú la vivas)
Mis pupilas sabrán también de ti…
tú habrás de conquistarlas
con esa fuerza más
para la batalla inacabable
que será romper las cadenas de la Patria.
A sangre y fuego
grabarás nuestros nombres
sobre los nombres de otros
que no tuvieron tiempo
para luchar por el sueño
común de la esperanza.
Llegará pronto el día… créeme…
ya se acerca la hora
en que la libertad se cumple
y brilla nuestra estrella
en el ardiente cielo de tus ojos.
Mientras tanto te espero…
en medio de la vida y de la muerte,
de cara al enemigo,
con tu gusto en mi boca.
ESTEBAN D. FERNÁNDEZ
SOBRE EL AUTOR: «Yo soy un sueño, un imposible… vano fantasma de niebla y luz. Soy incorpóreo, soy intangible»…