Nacido en las montañas de Utuado, Puerto Rico, región hasta ahora de un verdor paradisíaco, Luis Antonio Cortés Collazo no tuvo, por así decirlo, ninguna influencia artística directa. Ninguno de sus familiares cercanos han sido artistas en ningún renglón. Su innata atracción hacia el arte se debe, según él cuenta, a sus experiencias oníricas, las vivencias de barrio pobre y un tanto bucólico, el entusiasmo por que cada mes llegara el maestro itinerante de arte a su salón de clases, una propensión de internalizar lo observado construyendo un mundo íntimo nuevo y la importante destreza, primero del dibujo y luego sus estudios universitarios en pintura (B.A. en Humanidades, Bellas Artes, concentración en pintura)
En un instante de olvido ansiado
de lejanía de multitudes dispersas
porque quisimos, rezagados y apartados
con propósitos de Eros, confabulados
-en las piedras escritas de Delfos-
Allí , resguardados y protegidos
por los cientos de signos atemporales
besé sus labios velados de sudor
acaricié sus senos firmes de diosa virgen
envidia de cualquier escultor clásico
que dejaría entre las piedras algo de mí -dije-
para que se uniera a los miles de deseos
y se cumpliera en cualquiera de los milenios
cuando llegara o fuese preciso su momento.
Me hizo falta escribir esta quimera
esta quimera griega que ahora invento.