“Hay un cuento oriental que habla de un mago muy rico que tenía numerosos rebaños de ovejas. Pero al mismo tiempo este mago era muy avaro.Él no quería contratar pastores y no quería cercar los prados donde pastoreaban sus ovejas. Las ovejas por lo tantose extraviaban en el bosque,se caían de los barrancos, y así sucesivamente, y sobre todo se fugaban,porque sabían que el mago quería su carne y su piel, y esto no les hacía gracia.Por fin, el mago encontróel remedio. Hipnotizóa sus ovejas y les sugirió en primer lugar que eran inmortales y que no les causaría ningún daño el ser despellejadas, que, al contrario, esto era muy bueno para ellas e incluso agradable. En segundo lugar, el mago les sugirió que él era un buen pastor que amabatanto a su rebaño que estaba dispuesto a hacer lo que fuese por ellas.Y, en tercer lugar, les sugirió que, si algo les sucedía,tal cosa no ocurriría entonces, en el mismo día, y que por consiguiente no tenían que preocuparse de ello. Despuésel mago les metió en la cabeza que de ninguna manera eran ovejas;a algunas les sugirió que eran leones,a otras que eran águilas,a otras que eran hombres,y a otras que eran magos.
Y después de esto todas sus molestias y preocupaciones sobre las ovejas tuvieron un final. Nunca más se escaparon, por el contrario, esperaban que el mago requiriera de su carne y piel.
Este cuento es una ilustración muy buena de la posicióndel hombre”.
Ouspensky