Detrás queda la casa… (nuestra casa)
donde arden las fiebres de aquellos
que -a deshora y a cambio de otros dones-
tatuaron las cenizas de ayer en sangre,
en tiempo,
en máscaras de arcilla.
Ven… contemplemos el galope salvaje de esta heroica dicha.
Acá, donde la muerte asciende por vocablos estériles
en nombre de una ley que es el signo del mundo.
No. No te quiero apartar.
Yo camino a tu lado, aunque no estés cuando te llamo.
Tú eres cuanto tengo en este mundo de sombras que me envuelve.
Y aquí estoy -vestido de fantasma para amarte-
poniéndote a los pies este misterio con el que nadie te ha mirado jamás.
Ven… No te detengas.
Escribe la señal.
Volvamos a entendernos.
El secreto de tus manos es la luz del relámpago
que abre las puertas de mi vida.
que abre las puertas de mi vida.
Y yo soy el que te sueña por nombrarte, paloma mía.
Esteban D. Fernández
Sobre el autor: Yo soy un sueño, un imposible… vano fantasma de niebla y luz. Soy incorpóreo, soy intangible…