Tengo un pecado maduro, casi fiero,
desnudándome el cuerpo… mi guerrero,
con un vicio de fuego milenario.
Tengo tu boca mordiéndome la carne,
rozándome -de sur a norte- la locura,
tengo un gusto en la piel que sabe a amarte,
que se quedó prendido en mi cintura.
Tengo tu nombre clavado en la garganta
y un beso que de lejos me perdura,
un «te quiero» sahumado por las horas,
una flor y, en tus manos, la ternura.
Tengo este verso hilado por el viento
en el cielo de estar, en este lunes,
tengo una sed de «siempre» y «yo sí puedo»
siguiendo en cada rastro, tu perfume.
Martha Jacqueline Iglesias Herrera
DEL POEMARIO: «EMBRUJO DE VISIÓN»
(2022)
Poema ilustrado con la obra de la pintora polaca Lidia Wylangowska