Hoy quiero hablarles de una obra que fue finalista del Premio Planeta en 1970: “Retrato de una bruja”. Cabe destacar, que el periódico francés Le Monde la calificó como ‹una de las mejores novelas publicadas en España en los últimos 30 años› y para la crítica, a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo en la actualidad una de las obras de referencia dentro de la narrativa en castellano del siglo XX.
He de decir que luego de leerla -Retrato de una bruja- pasó a ser una de mis novelas favoritas, no sólo porque la narrativa de Castresana es impecable y la ambientación de los escenarios donde se desarrolla la trama es magnífica, sino porque constituye un aporte significativo desde el punto de vista de su valor histórico sobre la brujería en España en el siglo XVII. Se aportan, por ejemplo, datos reales sobre los procesos que la Inquisición llevó a cabo contra las brujas de Zugarramurdi (que constituye el caso más famoso de la historia de la brujería vasca) y hay presente, además, la presencia de elementos folclóricos en la representación de los copleros a través de los cuales, mediante sus cánticos en la plaza del pueblo, llegan las noticias sobre Zugarramurdi.
No he tenido el placer de leer: “La cruz invertida” del escritor argentino Marcos Aguinis que le arrebató el preciado galardón a “Retrato de una bruja”, pero indudablemente la creación de Castresana la considero muy la altura para el merecimiento de dicho premio.
Dicho esto, les dejo una breve sinopsis:
En el siglo XVII, en una aldea del norte del País Vasco, vive Ana, la hija del señor del lugar. Ella está enamorada del hijo del herrero cuyo nombre es Martin. Tienen planes de bodas y todo marcha a pedir de boca, cuando él tiene que marcharse a la Corte para labrarse un porvenir. Al principio se piensa que la separación durará tan sólo un año, pero los planes se quiebran cuando las noticias del posible regreso de Martin son cada vez más escasas.
El aya de Ana, Ceferina, intenta consolarla a través de sus rezos, pero cuando descubre que estos son insuficientes para calmar la desesperación de la joven, la lleva ante Hilaria, una hechicera con poderes sobrenaturales, que vive apartada del pueblo. Es entonces cuando Ana se embarca en un viaje que no tiene retorno, pues Hilaria la somete a encantamientos y recubre su cuerpo con ungüentos haciéndole tragar pócimas diversas. De esta forma, Ana podrá no sólo encontrarse con Martin sino también participar en ceremonias esotéricas, e incluso, el Aquelarre.
Pero nada es lo que parece y cuando Ana piensa que se ha convertido en una auténtica bruja la golpea una realidad cruel e inclemente.
Ya para concluir diré que me ha parecido un viaje fascinante al pasado en el que no debemos olvidar esas sabias palabras de Julio Caro Baroja:
“Para que se den la bruja, o la hechicera, o el mago (cada cual con sus atributos respectivos) tienen que existir unas estructuras particulares con arreglo a las cuales funciona la sociedad”.
Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Sobre el autor: Luis de Castresana y Rodríguez nació en el barrio de Ugarte, del municipio vizcaino de San Salvador del Valle de Trápaga, y murió en Basurto, Bilbao, el 17 de julio de 1986, a los 61 años de edad.
Fue periodista, escritor y pintor. Cursó estudios en diversos centros docentes españoles y europeos y formó parte del programa de niños conocidos como los `niños de la guerra`, que el Gobierno de Aguirre en el País Vasco decidió evacuar hacia otros países como Francia, Bélgica o Rusia para librar a los niños de los horrores de la Guerra Civil Española (1936-1939). A partir de esta experiencia, escribió su libro más famoso, `El otro árbol de Guernica`, que fue Premio Nacional de Literatura en 1967 y que también fue llevada al cine. Consiguió igualmente el Premio Fastenrath de la Real Academia Española con `Catalina de Erauso, la monja alférez` y llegó a finalista en el Premio Planeta con `Retrato de una bruja` en 1970.
Fue corresponsal en Londres para `El alcázar` y, luego, `PYRESA`, agencia de prensa del Movimiento. Posteriormente, pasó al Diario Pueblo, ya que Emilio Romero Gómez quiso que trabajara en exclusiva para este periódico. También colaboró con `Blanco y negro` y `ABC`. Gracias a los muchos viajes y estancias en otros países, hablaba flamenco, inglés y francés, y leía alemán. En una nota aparecida el 22 de octubre de 1960 en el `Diario Pueblo`, podemos leer que fue corresponsal y, que, durante dos años, llevó la jefatura de los servicios de extranjero de la publicación. También comenta que llevaba el `Tercer Programa` de Radio Nacional de España. Éstos fueron los años más productivos en la vida de Castresana ya que, como corresponsal, escribe mucho y publica varios libros. Trabaja en Londres, Ámsterdam y Oriente Medio. Conoce la política internacional y sus crónicas son siempre muy acertadas, incluso en su tono literario. En agosto de 1957, siendo corresponsal en Holanda del `Diario Pueblo`, hizo un viaje al Polo Norte en el que recorrió toda la península Escandinava y visitó a los lapones, el viaje duró dos meses y le permitió atravesar toda Europa, siendo una magnífica ocasión para enviar crónicas a su periódico, que después reunió en un libro: `Europa de punta a punta`. Después de ser corresponsal y trabajar como agregado cultural en la embajada de Londres, retornó a Madrid, donde comenzó a trabajar en La Estafeta Literaria. Pronto dejaría este trabajo para dedicarse exclusivamente a la literatura o colaborar en Televisión Española en el programa `Libros que hay que tener`.
Su obra trata fundamentalmente sobre problemas del existencialismo cristiano, de los horrores de la Guerra Civil Española, de su experiencia en el exilio y de la tierra vasca. Su novela `El otro árbol de Guernica` fue llevada al cine por Pedro Lazaga en 1969.