a Esteban…

Tú veneras mis manos,
mis manos son el vientre que alumbra tus palabras en este ritual de lo invisible,
un anillo de nupcias para comprometer el pensamiento en la boda del alma,
un espejo donde lucir tu amor que es oro del misterio en el corredor de mi destino,
un ropaje de ideas para cubrir nuestras lágrimas en lo imposible del deseo.

Yo venero esta hora,
cuando tu mirada se engalana para verme pactar con tu sonrisa,
entonces me recibes con la plegaria abierta de alas
para emprender el vuelo de tus labios al cielo,
como un Dios en su altura,
la señal del oficio que me lleva a volver como siempre a tu encuentro,
porque en mí está la vida y tú estás en mi cuerpo.

Hilandero del rostro que ves cuando me miras,
brujo que por sus ojos trenza los rayos de la luna.

Solamente tú puedes crear conmigo los ritos de esta magia,
lo atribuyo al amor, al tiempo que me ofreces
que es un instante de olvido y recuerdo sobre el rostro,
a las ráfagas de alas ambarinas de esos ángeles centinelas de la eternidad,
al sueño de la piedra que señala el camino
y oculta siglos de enigmas en su reposo,
al talismán que me entregas sin inscripción alguna y cultiva el poder para cruzar increíbles orillas.

Solamente tú puedes sentir conmigo los trances de este hechizo,
lo atribuyo al destino,
porque eres en mí como la migración de un signo en el espejo,
ilusión que me alivia la sed cuando nada la calma en fiebre y en castigo,
oasis esperado en el rincón del mundo más ardiente que existe.

Solamente tú acoplas en tu cuerpo la música del cielo que me incluye,
lo atribuyo a la vida,
porque soy más de ti cuanto más de mí misma
en este ritual de lo invisible.

Martha Jacqueline Iglesias Herrera
DEL POEMARIO: «RITUAL DE LO INVISIBLE»